Diversidad sexual y Derechos sexuales y reproductivos en San Vicente

En todas las regionales de CRIPDES se desarrollan temas de Derechos sexuales y reproductivos en proyectos financiados por diferentes donantes. En San Vicente, la contraparte es Solidar Suiza. Diferentes personas desarrollan dichos talleres. Una de ellas es Alfredo López, quien también facilita las asambleas de becarias y becarios de bachillerato. Alfredo me contó las particularidades de desarrollar estos temas en la zona.

 

El proyecto empezó en 2017 con 8 jornadas a las que asistieron Marixa Amaya (coordinadora del proyecto), Yensee Méndez y Alfredo. En 2018, también se incluyó a Jessica Hernández a los procesos.

En cada una de esas largas jornadas, dos facilitadoras externas desarrollaban un par de temas. Ellas, eventualmente, también desarrollaron la metodología que habrían de usar las personas participantes en las réplicas en sus comunidades, uno de los principales propósitos de la iniciativa. En algunas comunidades no hay energía, proyector o lugar para proyectar. Todo esto se tomó en cuenta al diseñar estas jornadas que habrían de durar entre 2 a 3 horas.

Actualmente hay 6 personas que actúan como replicadoras y se han encontrado con escuelas interesadas en que impartan estos temas en sus instalaciones el próximo año.

La selección de participantes se hace a través de los comités de jóvenes, estos identifican personas que estén interesadas. Luego se les pregunta qué ya conocen sobre el tema y qué les interesa aprender.

Los temas se desarrollan de diferente forma cuando los talleres son en la comunidad y cuando se imparten en las escuelas. Pero hay temas cuyo abordaje es complicado en ambos escenarios.

En las comunidades siempre es complicado abordar los temas de violencia, aborto o identidad sexual.

Hay jóvenes que han aceptado que no dejarían que una persona de la diversidad sexual entre en su esfera social. Otros dicen sí tener amigos LGBT, pero lo hacen usando términos peyorativos. Son pocos los jóvenes que dicen claramente que respetan a personas de la diversidad sexual.

En algunos casos, cuando los jóvenes han compartido en sus casas los temas abordados, los padres les han prohibido seguir participando. Es un tabú en las familias. Hay otros casos donde los padres sí les aconsejan que continúen aprendiendo porque ven la utilidad de los talleres.

Platicar sobre los distintos tipos de violencia tiene sus retos propios. A las personas participantes les es fácil identificar los tipos de violencia; pero, cuando se les pregunta si conocen un caso de violencia sexual en su comunidad, pueden decir que sí, pero no quieren adentrarse en ello. A veces dicen claramente que no quieren hablar del tema. Otras personas le rehuyen al tema por completo. Quien facilita a veces nota el cambio en su lenguaje corporal o en su manera de comportarse, ya no participan como lo habían estado haciendo hasta antes de llegar a ese tema. Ya se han preguntado qué pasaría si alguien decidiera abrirse y contarles que ha sufrido o está sufriendo algo, qué pasos seguirían. Por lo general, el consejo es que se vaya a la unidad de salud; pero no hay psicólogos, no hay quien pueda darle un apoyo sostenido a alguna persona que pudiera ser víctima de estos tipos de violencia.

Trabajar con las escuelas tiene ventajas y desventajas. La ventaja es que, al llevarse los talleres directamente al centro de estudios, los jóvenes no se retiran y participan hasta el final. Pero las edades de los participantes (que están en octavo y noveno grado), también les ha obligado a hacer ajustes en el contenido. Se han obviado algunos temas que en el taller principal sí se impartieron. El tema de aborto, por ejemplo, se toca de una forma bastante general. No se les pide su opinión sobre el asunto, lo cual sí se hace al trabajar con las comunidades. Otro tema que se ha modificado es el relacionado con los métodos anticonceptivos. En las escuelas no se hacen prácticas de cómo colocar bien los anticonceptivos, pero sí se les habla de ellos.

La realidad en la zona es que las unidades de salud sí poseen los métodos anticonceptivos más básicos: masculinos, pastillas e inyecciones. Ellos dan sus propios talleres y, al final, dan la opción de que las personas participantes pidan alguno de los métodos; pero muchos jóvenes no los toman por miedo a ser vistos y juzgados.

Alfredo considera que estos temas deberían abordarse desde una edad temprana. Pero cree que nos enfrentamos al tabú impuesto por nuestra sociedad. Considera que debería hablársele a la niñez desde los siete años, acorde a su edad y su capacidad de aprendizaje. Señala una realidad: muchos jóvenes marcan su vida antes de llegar a la adolescencia. Hay muchachos que se acompañan y niñas que salen embarazadas a sus 13 años y no se toma en cuenta cuánto afecta esto al crecimiento de la menor. “Va a tener la responsabilidad de un niño que viene en camino… no tenemos un plan en nuestras comunidades de cómo abordar estos puntos”, dice.

 

Puede escuchar nuestra conversación completa en el siguiente video:

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